miércoles, 27 de junio de 2012

The Whatevers #1 - Creative Storytelling

Un proyecto creativo de la mano de Nathalie Kalbach, Vicki Chrisman y Catherine Scanlon
Para saber más sobre él, pasa por aquí. The Whatevers

A creative project by Nathalie Kalbach, Vicki Chrisman and Catherine Scanlon.
To know more about it, please visit The Whatevers

Este es el primer capítulo de lo que espero sea una historia completa a través de las imágenes que nos muestren estas tres artistas.

This is the first chapter of what I hope it is a whole story through the pictures provided.

Que conste que he intentado hacer la traducción. Me he bajado los trastos a la piscina, pero hace un calorrrrrrrrrrr, que si me cuesta pensar en español, ni os cuento en inglés. Así que lo siento en el alma. Si alguna quiere probar con el google translator, se lo agradezco, pero como no baje un poco este calor, yo no doy pa más.

I'm afraid, but I couldn't be able to translate my story. I bring my pages to the swimming pool, in the mood of doing it in the shadow. But it is waaaaaaay soooo much hot that I cannot even think in Spanish, so go figure in English.I'm so sorry. I maybe try it in a couple of days if it is cooler. If you want to try to google translate it, I would appreciate it.

Esta es mi historia (tómate tu tiempo)

This is my story (take your time)


- Mamá, ¿podemos subir al ático a jugar?


- Vale, pero no revolváis demasiado y dejadlo todo recogido.


Esther y Daniel subieron las escaleras de dos en dos, echando una carrera a ver quién llegaba antes.

- ¡No me empujes, tonto!
- No te empujo, es que estás muy gorda y no cabemos los dos. -Daniel siempre se metía con su hermana- Te voy a ganar
- De eso nada, y tú tienes las piernas más cortas. Te gano yo.

Subieron los dos pisos al galope, empujándose y chinchándose como hacían siempre. Esther, de 10 años y Daniel, de 7 se adoraban el uno al otro y estos ratos de juego –a pesar de las riñas- les unían aún más.
Con la lengua fuera abrieron la chirriante puerta. Les recorrió un escalofrío por el cuerpo y un soplo de aire húmedo y mohoso les hizo callarse de golpe. Les encantaba el ático de la casa de los abuelos en la campiña inglesa. Allí no les hacían falta las consolas ni los juegos de ordenador. Siempre encontraban algo con lo que jugar, pero la buhardilla les imponía un poco. Tanto trasto viejo, espejos rotos, sillas desvencijadas … y un montón de telarañas le daban un aire misterioso al que les costaba un rato acostumbrarse.

- Buuuuu –soltó de repente Daniel a la espalda de Esther, que pegó un brinco.
- ¡Tonto! ¿A que te quedas aquí solo?
- Venga, va. Hoy podemos jugar a piratas. Mira, ¡esto puede ser un parche! Y aquí hay unas cuantas perchas. –Daniel quitó los ganchos y los escondió en la manga de su camisa- Soy el capitán Garfioooo. ¡En guardia! Nunca encontraréis mi tesoro, pequeña damisela –dijo amenazando a Esther con la percha en la mano.
- Espera, que voy a buscar algo de ropa para mí. Mira, ahí hay un arcón grande, seguro que hay algo interesante.

Al fondo de la habitación, iluminado por la tenue luz que entraba por la ventana, había un arcón de piel repujada, adornado con tachuelas y con etiquetas pegadas de los distintos lugares que había recorrido: Irlanda, Polonia, Alemania, incluso Canadá. Guau, eso si que estaba lejos.
Abrieron el arcón esperando encontrar montones de cosas insólitas y la sorpresa fue que no había nada. Nada de nada. Vacío.
¡Vaya chasco!

- Jo, ¿y para qué lo guardan aquí si no hay nada dentro? Pues vaya tontería. Voy a buscar más cosas.
- Espera Dani, aquí hay algo. Mira, ven.

En el fondo del arcón había una pequeña pestaña. Tiraron de ella y se desprendió un trozo del cartón envejecido. En el roto que quedó en el fondo había algo escrito.

- No lo leo bien, parece papel de periódico. Espera, vamos a tirar más de aquí –y comenzaron a arrancar el fondo del arcón.
- Verás la bronca que nos va a echar mamá. ¡Que te lo estás cargando!
- Shhh calla Dani, calla. Esto es un doble fondo. Mira
- ¡Ostras! Cómo mola.

Bajo una capa de papeles raídos por el tiempo, aparecieron un montón de recortes de periódico y unas cuantas fotografías antiguas en un par de albumes. Ropa de niños, zapatos, viejos juguetes de madera, colgantes y adornos para el pelo. Todo un tesoro a los ojos de Esther y Daniel.

- ¡Hala! Mira qué vestido más chulo. Lleva encaje, como el de una princesa. Y mira este lazo. Es gigante. Me lo voy a probar.

Esther quitó el polvo acumulado de un espejo de cuerpo entero y se probó el vestido. Le quedaba perfecto. 

A ver qué más… el lazo… me recogeré el pelo. Así, estupendo. ¿y estas merceditas? ¡Qué monas! Si hasta están las medias…
- ¿Qué te parece Dani? ¿Estoy guapa?
- ¡Jajajajajaja qué pinta! Pareces una abuela. A ver si hay algo para mí…
- Ostras, qué camisa. Con lazo y con fajín. ¿me lo pongo? -dijo Dani no muy convencido de su propia idea.
- Si, si. Anda, póntelo, que le damos una sorpresa a mamá. Y deja de decir "ostras", qué pesado. Y ponte gomina en el pelo, que queda mejor.

Así ataviados, como si fueran sus mejores galas para la misa dominical, Esther y Dani bajaron las escaleras hasta la cocina donde estaba su madre.

= ¡Sorpresa, mami! –gritaron al unísono-

Ángela se volvió sobresaltada y contuvo la respiración, como si hubiera visto un fantasma.

- Oh!! ¿de dónde habéis sacado esa ropa?
- De un arcón en el ático. Todo estaba escondido en un doble fondo. ¿quieres verlo?
- Sí, si, claro. Vamos ahora mismo –dijo Ángela.

Sacaron el resto de cosas. Los recortes de periódico, álbumes de fotos y baratijas de todos los tamaños y colores.

Esther se puso a jugar con los collares delante del espejo y Dani intentaba colocarse el lazo de la camisa. ¿Quién se pondría esta ropa por gusto? Qué incómodo.

Ángela tomó uno de esos álbumes. Recordaba perfectamente haberlos visto cientos de veces en casa de su abuela. Le contaba mil y una historias de todos los que salían. Los abuelos el día de su boda. O los tíos que estuvieron a punto de viajar en el Titanic, pero perdieron un tren –y salvaron la vida-. Buscaba una foto. Una foto en concreto que recordaba con toda claridad. Allí estaba. La tía Hellen y el tío George. Miró a sus hijos, aun con los “disfraces”. Eran dos gotas –cuatro gotas- de agua.

- Chicos, venid aquí. Mirad esto. –corrieron a ver el hallazgo de mamá.
- ¡Hala! Si somos nosotros –gritó Dani-
- ¿Quiénes son mamá, quienes son? –insistió Esther.
- La tía Hellen y el tío George. Eran hermanos de mi abuela Ángela, vuestra bisabuela. Ella solía contarme historias de la familia y esta era la que más me gustaba.
- Cuéntanosla, venga mami. Cuéntanosla –dijeron los niños a la vez.
- Bien –comenzó a relatar- Mi abuela era la mayor de los tres hermanos. Se quedaron huérfanos cuando George tenía más o menos 6 años y Hellen unos 9 y mi abuela Ángela se hizo cargo de ellos dos. La abuela entonces tendría unos 16 y trabajaba de sol a sol ayudando en la mina y ganaba lo justito para poder mantenerse, así que la mayor parte del día los pequeños andaban solos por las calles del pueblo irlandés de Limerick, donde vivían.

Raro era el día que no venían señalados con algún moratón en la piernas o en un ojo por haberse peleado con los chicos mayores. George era muy “hombre” y en cuanto alguno de los matones de las calles se metía con su hermana, salía en su defensa… pero también salía escaldado.
Les gustaba ir al centro y pararse en la panadería, con la nariz pegada en el cristal. ¡Olía tan bien! Eran buenos chicos y Agnes, la panadera, les solía dar un cuscurro de pan antes de marcharse a casa.
Un día, llegó al pueblo un fotógrafo. En la vida habían visto uno. Fue toda una revolución. El último grito para la gente rica era inmortalizarse y colgar la foto enmarcada en la pared. Así todo el mundo que les visitara sabría la categoría que tenían.

Esther y Daniel escuchaban atentos con la boca abierta. ¡Su bisabuela trabajando en una mina y no conocían las cámaras de fotos! Ángela continuó.

Todos los chiquillos querían tocar la máquina. ¿Cómo podía hacer magia? ¿qué se escondía dentro? Hellen y George no eran diferentes y también rondaban por allí.
Durante un par de semanas le dejaron una pequeña caseta donde colocó su decorado artificial, un sillón muy ostentoso y unos cuantos jarrones. Y su cámara, que guardaba bajo llave como un tesoro. Se escondía bajo una tela y en el momento preciso, booom, un fogonazo. Al día siguiente, se recogía la fotografía.
George y Esther pasaban horas pegados al cristal. Alucinaban viendo entrar y salir a lo más granado de la sociedad de Limerick. Esther soñaba con llevar un vestido como aquellos algún día. Se les pasaba el tiempo volando. Tanto, que ya ni pasaban por la panadería a por su cuscurro de pan. Y de la escuela se olvidaron por completo.
Cuando cerraba la caseta, el fotógrafo siempre les acariciaba la cabeza y les daba un terrón de azúcar.

- Ja, como a los caballos –dijo Daniel

Luego llegaban a casa y se quitaban la palabra para contarle a mi abuela Ángela lo que habían visto. Los sombreros más elegantes. Señoras con guantes. Vestidos de encaje. Medias. Ellos vestían con traje y fajín y el lustre de los zapatos hacía daño a los ojos. Ángela sonreía y disfrutaba con ellos imitando los movimientos y las poses como si estuvieran haciéndose la foto. Eran una familia feliz. Achuchada, pero feliz.

Lo que no sabían Hellen y George, es que mi abuela había estado ahorrando algo de dinero. Quería marcharse de allí en cuanto pudiera. Le habían hablado de una familia que vivía a 80 km. y estaban buscando personal de servicio. Seguro que ella podía hacerlo genial. Pero tenía que llevarse a sus hermanos pequeños y eso, era más complicado. Guardaba ese dinero para el viaje para darse a conocer a los señores de la casa y volver a por sus hermanos si le aceptaban.

Esa mañana, se despidió de ellos como de costumbre, pero les dejó a cargo de Agnes, la panadera. Tardaría un día en volver. Se iba con el transporte de la mina y le recogerían de madrugada. Era mejor que se quedaran en casa de Agnes.

Mi abuela Ángela me contó maravillas de la casa y de la familia. Era un matrimonio mayor que no tenía hijos y les encantó la idea de tener a los pequeños correteando por el jardín.

Cuando volvió a Limerick, no cabía en sí de gozo. Por fin podría dejar la mina y tendrían una casa preciosa donde vivir y un jardín enorme para ellos solos. Hasta les iban a apuntar a la escuela local y podrían aprender un montón de cosas.
Estuvieron hasta las tantas de la noche hablando de lo fabulosa que iba a ser su vida a partir de ahora. De las normas que debían respetar y de cómo debían comportarse. Estaban los tres entusiasmados.

Cuando llegó el día de la partida, mi abuela los vistió con sus vestidos de domingo. Un gran lazo para Hellen y un fajín para George. Parecían personajes importantes. Y vaya que lo eran. Eran lo más importante de su vida.

Bajaban por la calle principal cuando salió en su búsqueda un hombre. ¡el fotógrafo! Los chicos le reconocieron al instante. Habían pasado días enteros mirando por su ventana y maravillados por la “máquina de magia”. Había oído que se marchaban de la ciudad y quería hacerles un regalo. ¿Qué mejor que una foto que guardaran como recuerdo? Era el día perfecto. Estaban guapísimos y mi abuela llevaría siempre un recuerdo suyo cuando ya no estuvieran juntos.

Pasaron a la caseta y se quedaron con la boca abierta cuando vieron el decorado y aquel sillón donde les sentaron. El fogonazo debió de impresionarles porque según contaba mi abuela, no consiguieron hablar en todo el camino.

Al cabo de los días, el hombre les llevó la foto en persona y se alegró de ver a aquellos chicos felices en su nueva familia.

Mi abuela guardó siempre esta foto con un recuerdo muy especial. Lo que no sé es qué hacía escondida en el doble fondo de ese arcón...

Eso… será otra historia.




Y esta es mi página de artjournal. 
La imagen de los niños está transferida con gesso para darle un aspecto más desgastado por el tiempo y blanquecino.
El resto, gesso, collage, dylusions, stencils, sellos a punta pala, rotus kuretake writer metallic y acuarelas.

Espero que te guste y te animes a participar.

This is my artjournal page.
The image is transferred with gesso to give it a ghostly look.
For the rest, gesso, collage, dylusions, stencils, lots and lots of stamps, Kuretake Zig writer metallic  and watercolours.

Hope you like it and give the project a go.





10 comentarios:

  1. AMAZING!!!!!!!! I so love the page- it is so beauitful and I go the gist of the story- wow girl!!!! Thank you so much for playing along with us!!!

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  2. Es preciosa, la historia y el art journal, lleno de color. ¡Me encanta!
    Besos.

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  3. ¡¡¡Cómo te pasassss!!!!
    Te ha quedado genial!!

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  4. Esta vena tuya de escritora no la conocia, para cuando la segunda parte? toy intrigada.
    La pagina me gusta vas alegrando colores

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  5. Esto lo leo mañana... que ya no son horas!!!

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  6. Love the page...I'm pretending that I understand your story:)

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  7. Absolutely Stunning! THANKS so much for playing along!!

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  8. ME HA ENCANTADOOO! pero y la fotoo? :-)

    (lo mismo está y yo no la he visto... jajaj)

    ERES UN CRACK! ¿continuará?

    Yola

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  9. AMEI !!!!
    beijos coloridos !!
    Lu
    True Colors

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Muchas gracias por tu visita.

Thanks so much for stopping by.

M.Carmen